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domingo, 21 de enero de 2007

Un Consejo...

Me gusta dar consejos. A la gente le gusta que yo le de consejos. Siempre me piden consejo. Supongo que soy bueno dando consejos. A la gente le funcionan mis consejos. La gente me quiere, también, por mis consejos....Por lo tanto, soy un consejero.

Un consejero ayuda; al ayudar trata de resolver; al resolver da consuelo, el consuelo da ánimos, y los ánimos dan paz...

Soy un consejero, y me gusta serlo, pero... ¿porqué dando yo tanto consejo, cuando pido uno, casi nunca lo recibo? Y no es que sea limosnero con garrote, pero a veces es bonito recibir un consejo. Tampoco estoy pidiendo que por cada consejo que doy me tengan que dar uno (no me gusta ser un consejero soberbio)... aún así: ¡qué bonito es recibir un buen consejo de vez en cuando!

No se desanimen: nunca esperen recibir más de lo que dan, porque así se desvirtúa la labor que hacen al dar. Además, se van a llevar la desilusión de su vida... he ahí la maravilla de dar desinteresadamente: al no esperar nada a cambio, sabiendo que tienes que dar, cada vez das más gustoso.

Pero somos humanos, y como tales también tenemos defectos y necesidades... no somos indestructibles ni todopoderosos. Por eso digo que un buen consejo de vez en cuando no cae nada mal a nuestros imperfectos temperamentos.

Mmmmm. Bueno, soy un consejero, así soy y lo acepto. Y como es mi costumbre de consejero... les daré consejo: si ustedes son consejeros, prepárense, porque muy difícil va a ser que en sus vidas reciban un buen consejo. He ahí mi consejo. (Den sin esperar recibir nada a cambio, sólo así será feliz la entrega... y serán felices ustedes).

sábado, 20 de enero de 2007

Maldito chupe...


Hoy estoy triste. Acabo de regresar de la fiesta de cumpleaños de mi prima... es la 1:25 a.m. No tengo ganas de revisar el estilo, gramática u ortografía de esta entrada. Lo único que necesito es escribir algo. No se, como dije, estoy triste.

No hace mucho un amigo me dijo: "¿porqué cada vez que te veo me dices que estás triste?" La verdad, la mayoría de las veces no estoy tan triste como suelo decirle a este amigo, jaja. Pero si, soy un artista, mi temperamento es de artista, mi sensibilidad es de artista... entonces las cosas suelen afectarme más que a los demás. Pero, ¿porqué hoy estoy triste? Hace mucho que no me sentía así. Estoy en un estado de, como dicen las muchachas: "no hallarme." Amo mi carrera, sí. Amo a mi familia, sí. Amo a mis amigos, aprecio y atesoro su compañía, sí. Mas, lo digo de nuevo, hoy estoy triste. Podría decirse que tengo todo: solvencia económica, amigos, familia, cariño, gente que me quiere, que me admira, que yo admiro, soy inteligente, soy guapo (sí, y que, jeje), tengo clase, tengo cuna, tengo mundo, he viajado, tengo ropa, tengo coche, tengo que comer, tengo que beber (y no precisamente agua, jeje), tengo buenas calificaciones... en fin, tengo todo, ¿no?

¿De qué podría quejarme? Mucha gente tiene muchísimo menos que yo, la mayoría de la gente no es tan afortunada ni se encuentra en mi situación... entonces, ¿porqué estoy triste? Como le decía a un amigo hace rato: "Mañana que me hables ya voy a estar mil veces mejor, vas a ver." Siempre me pasa lo mismo...

Y sobretodo en las fiestas. ¿Qué acaso no se supone que las fiestas son para estar feliz, para divertirte? Por supuesto que yo me divierto (y muchas veces como no tienen idea), pero no se que pasa que siempre hay algo que me deprime. No se si es la música, no se si es el plan, no se si es el chupe. Pero muchas veces las fiestas me producen ese estado, sobretodo cuando regreso de ellas. No me gusta estar así, porque si me conocieran (los que no me conocen) sabrían que puedo ser la persona más feliz y con más humor que hay.

Lo peor lo peor lo peor (sí tres veces, no es que me haya equivocado) es que en el fondo si se lo que me pasa. Y es una razón que puede ser muy estúpida, sobretodo porque se la llevo diciendo a mis amigos por ya casi dos años. Tengo amor por parte de mi familia, de mis amigos y amigas y de mucha gente que a penas conozco. Pero me falta alguien que me quiera, alguien diferente a los que integran esos grupos... supongo que ya sabrán a que me refiero. Soy una persona que en verdad tiene mucha capacidad de amar, y siento que no hay nadie en quien pueda desahogar toda esa fuente que me abarrota. Extraño tener novia...

Hoy en la fiesta de mi prima me reencontré con una amiga de ella que a mi me fascinaba (aunque tiene como 8 años más que yo). La vi con su novio en una "escena" tan bonita... Ambos estaban de perfil, viéndose el uno al otro, sus caras a una distancia muy cercana... distancia que implicaba complicidad, miradas que gritaban amor, separación digna, cabezas en alto, labios en una línea sólamente rota por el espacio. En fín, amor, amor, amor. Y eso es lo que yo extraño. Esa complicidad, esa distancia que parece decir: "me alejo de tí para que me beses... persígueme hasta el fin del mundo, aunque sea sólo para cruzar nuestra mirada; te provoco, porque te amo, y quiero que me beses, y esto de hacerme el interesante es solo para que me ames más y te atrevas a juntar tu piel con mi piel, a rozar tu mano con mi mano, a unir tu boca con la mía."

¿Cursi? Sí, lo se. Pero así soy yo. Soy un romantico de la vieja escuela. Soy de los que todavía creen que el éxito de un noviazgo radica en no conocer el TODO de tu pareja; que el triunfo entre los novios es la inocencia de un beso robado, es la emoción que provoca el arreglo de tu pareja, es la ilusión de verte cada vez como si siempre fuera la primera. Soy de los pocos que creen que lo principal de tener una pareja no es tener sexo con ella... no quiero que mis relaciones se reduzcan a sexo sexo sexo. ¡No! Quiero a alguien que vea y diga ¡WOW! de aquí a que me muera; a alguien que me entienda, a alguien que entienda, alguien que siempre esté ahí para compartir penas, y también (obviamente!) alegrías. Lo que yo veo en una mujer no es el sexo que me pueda proporcionar, porque la verdad no me gustaría que a mí me redujeran sólo a eso. Yo lo que quiero es reír, comprender, llorar... y quiero que rían conmigo, me comprendan y siempre encuentren en mi un hombro.

En fin, me dispongo a dormir. Es tarde, y mañana tengo mucho que hacer. Y como dije antes, mañana me levantaré y no sentiré esta tristeza latente. Pensaré: "que tonto que me sentí así, no se siquiera por que lo hice." Pero ya vendrán otras fiestas, vendrán otras canciones, regresaré a este estado de ánimo, y me diré: "ya para que te quejas, si sabes que mañana vas a estar otra vez normal." Pero ya vendrán otras fiestas, vendrán otras canciones, regresaré a este estado de ánimo, y me diré: "ya para que te quejas, si sabes que mañana vas a estar otra vez normal." Pero ya vendrán otras fiestas, vendrán otras canciones... y hasta que no llegue ella, no estaré normal.

martes, 16 de enero de 2007

La indiferencia y la incertidumbre

La indiferencia... la odio. La odio con todas mis fuerzas. Es lo peor que puedes recibir por parte de una persona.


La indiferencia mata amores y reaviva enemistades. La indiferencia enfría relaciones. Pero no es una frialdad como tal, porque la frialdad es otro proceder diferente, al igual que el cariño.


Así lo veo yo. Una persona que te trata con frialdad... hay de dos: o le hiciste algo que la ofendiera o está loca y cree que le hiciste algo cuando en realidad no es así. Pero bueno, sabes que hay una razón, y como que medio puedes componer ahí la cosa . Ahora bien, una persona te trata con cariño, con calor humano: ¡qué maravilla! Es de las mejores cosas que te pueden pasar. Has hecho algo bueno, o tu también quieres a esa persona y te es correspondido tu cariño. Ahí también hay una razón, y la gran mayoría de las veces la sabes, la dominas.


Pero en eso entra la indiferencia. ¿Qué fregados pasa con la indiferencia? No se sabe, nunca se sabe. Eso es lo terrible de la indiferencia. No es cariño, pero tampoco es frialdad. ¿La razón? Aquí sí, tanto la puedes saber como no, pero lo que sí... es que nunca es segura. Es más difícil de vencer que a la frialdad. No sabes en que terreno pisas, eso es lo más terrible de todo, no sabes como arreglar las cosas... si tratas de ayudar, puedes ofender; si no haces caso, también ofendes; ¿acaso sabes siquiera lo que le molesta o le pasa a la persona? NOOO, no sabes lo que le pasa a la persona. ¡Es lo terrible! Sobretodo para los que tenemos una naturaleza conciliatoria. ¿Qué hacer? ¿Qué hacer? ¿Qué hacer? You never know...


Y aquí entra la hermana de la indiferencia: la incertidumbre. Mi segundo sentimiento más odiado.


La indiferencia, al no saber en que terreno pisas, provoca incertidumbre... la incertidumbre, a su vez, te provoca angustia. Y creo yo, firmemente, que la angustia es lo peor que le puede pasar a cualquier persona, es lo que más detesta, es lo que desea a toda costa evitar o dejar de padecer. Por eso el hombre a veces puede ser tan egoísta, para tener las situaciones controladas. Para tener su vida sin bemoles. Pero eso es inevitable, y al ser egoísta dañas a las personas que te rodean, y puedes (igual sí, igual no) provocar más indiferencia a tu alrededor. Entonces es un círculo vicioso...


La indiferencia puede ser un arma poderosa. Pero así como sus razones pueden ser desconocidas (cuando te enfrentas a ella), sus consecuencias también. Y en vez de centrar a una persona, o de "picarla," puedes alejarla de tí. Por eso hay que tener cuidado con la indiferencia. Sólo debe de ser usada cuando haya una razón completamente fundada y motivada.
"El menor aprecio es el mayor desprecio..."

sábado, 13 de enero de 2007

Carmen y el amor

Carmen... ¿qué es Carmen? ¿quién es Carmen? Para mí Carmen es un nombre rodeado de misterio, rodeado de pasión, de seducción, de un aura mágica y atrayente. Carmen, Carmen, Carmen. No puedo describir lo que me provoca pronunciar su nombre. Carmen es una mujer curvilinea, es una mujer llena de encantos, de sentimientos. Tiene un encanto de lo más especial, más que el de la mayoría de las mujeres. Carmen es un clavel rojo en la solapa. Pero... ¿Qué es Carmen? ¿Quién es Carmen? Carmen es una mujer que sabe amar, que quiere amar... como cualquier ser humano. Es un ser que sufre, es un ser que siente, piensa y se desboca... es así como me imagino a Carmen. Carmen es un poema. Carmen es poesía.

Todo esto me vino a la mente al escuchar la Habanera, de Bizet, perteneciente a su obra maestra... Carmen. Carmen y Carmen (ópera y personaje) tienen una especie de magnetismo mágico, que es demasiado atrayente... Carmen es un imán gitano. No hay quien se resista a Carmen.

Carmen quiso amar, Carmen amó... y murió por hacerlo. Un precio razonable, ¿no creen? El amor alcanzado es el bien más grande que una persona puede adquirir, pero también puede ser la loza que cubra nuestra última morada. ¿Qué no daría uno por el amor? Recuerdo una canción de Mecano, que dice: "...porque amar es el empiece, de la palabra amargura..." Amar, amargura. Sí, efectivamente: el amor duele. Pero es el dolor más bello que el ser humano puede sentir. El amor ha sido la mayor fuente de inspiración para el hombre: el amor es la verdadera madre de las artes, que a la vez es la mayor expresión que pueda tener el hombre. Cuando es tan grande el amor, uno no puede simplemente retenerlo en el pecho, sino que tiene que expresarlo... y la mejor forma de hacerlo es el arte.

Pero también pensemos en la contraparte: el amor no sólo es disfrute. El amor también es padre de varios hijos ilegítimos: guerras, asesinatos, celos. El amor es una persona, con defectos y virtudes en su vida. Cuando uno ama, uno vive y muere a la vez. Si, amar es el empiece de la palabra amargura, pero también amar es amar, y no tiene otra definición.

Yo deseo amar. Lo deseo enormemente. He amado, y esa es la razón por la que sigo con vida. Por haber amado no soy presa de la desesperación. Y deseo amar otra vez. Una vez que se ama, uno nunca llega a olvidar lo que es el amor, y por eso todo el tiempo lo estamos buscando. Porque su sufrimiento nos comprueba que estamos vivos, y porque su belleza nos abruma y nos hace sentir un Cielo en la Tierra.

Estoy triste: no ha llegado el amor de mi vida. Estoy feliz: se que ahí, en algún rincón de este planeta está esperando, tímida, a que la encuentre. Y ese amor piensa lo mismo de mi: "no se quien seas," piensa duditativa, "pero se que algún día te voy a encontrar." Y si así es: ¿entonces tenemos que estarlo buscando? Si ya está ahí, ¿en verdad tenemos que desvivirnos intentando una y otra y otra vez? ¿Vale la pena angustiarse antes de tiempo? Nuestro amor allí está, sólo que todavía no es el momento para reunirnos con él. Ese amor se encarnará en la persona que menos lo esperemos.

Pero bueno, ¿que tiene que ver todo esto con Carmen? Carmen me hace pensar en amor, y en todo lo que esto conlleva: dolor y disfrute, pasión y desenfreno. Al escuchar Habanera y encontrar su traducción (debo decirles que no se francés) lo primero que se me vino a la mente fue: ¿qué es el amor? ¿Acaso se puede definir? ¿Algún día lo volveré a encontrar? Pues bien, Habanera es una reflexión sobre todo esto. Y aunque a mi me ayudó a calmar mis ansias y a sacar mis propias conclusiones, me gustaría que también ustedes sacaran las suyas. Por eso, les pondré la traducción de la Habanera:

El amor es cual pájaro rebelde al que nadie es capaz de domar
Nuestros ruegos a nada van a parar, si lo que a él se le antoja es rehusar.
Amenazas y súplicas nada valdrán.
Aquel hombre persuade; éste otro se calla.
Y es a éste, al que nada dice, al que quiero y mi corazón prefiere: el amor, el amor...
El amor es como un niño gitano que jamás supo de nada que sea la ley
¿Que tú no me amas? ¡Yo sí te amo! Y si yo te amo... ¡Mejor será que del amor te guardes!
El pájaro que prender hubiste creído batió sus alas y se alejó de ti...
Aunque distante quede tu amor, puedes esperar su regreso
¡Cuando menos lo esperas, a tu lado estará!
Y en torno tuyo, raudo y veloz, volará
Ahora bien, y ahora se va... para retornar
Te figuras tenerlo, pero te esquiva;
crees zafarte y él es tu dueño.

Esta traducción es un poco limitada, pero lo que más o menos quiere decir es: si buscas al amor no lo encuentras... si mejor estás tranquilo, sabiendo que llegará, algun día lo hará. Al amor nadie lo puede controlar, así como tampoco retener. El amor es un pajaro libre, que vuela de aquí para allá: si lo tratas de atrapar, se aleja; pero si lo contemplas nada más, se posa sobre tu brazo.

¿Ven? Por eso no hay que sufrir tanto por el amor. El amor está en todos lados, y cuando menos nos lo esperemos, nos llegará.

miércoles, 10 de enero de 2007

Hoy Tomé Sake

¡Hola gente! ¿Cómo les sonríe la vida? Espero que con una sonrisota tipo Colgate. Pues bueno, les contaré, brevemente, mi día. Estoy emocionado, ¿saben por qué? Porque hoy fui a una conferencia de Valentina Alazraki, corresponsal para su S. S. (Su Santidad, o sea, el Papa) en Roma, en la que habló de muchas de sus experiencias al lado de nuestro Santo Padre, S. S. Juan Pablo II. No saben que bonito evento. Fue en el WTC, en la Sala Olmeca 4, con motivo de los 40 años del Colegio Cedros. Y como dicen, lo que empieza bien, termina bien. Aquí se cumplió el dicho, ya que el evento comenzó con una introducción musical por parte de la Orquesta de Cedros, en la que tocaron cuatro piezas, de las cuales, la que más me gustó fue el danzón Nereidas. ¡Qué maestría, señores! Pocas veces se me había puesto la piel tan chinita... su interpretación fue excelsa. Terminando dicha pieza, pasaron a hablar dos señores (de los cuales no recuerdo el nombre, pero se que uno es el actual director del Colegio) sobre la historia y logros del Cedros. Inmediatamente después, y válgame Dios, pusieron un video en las pantallas. Eran imagenes de las visitas de nuestro querídisimo Papa a México, acompañadas por la canción de Pescador. Le dije a mi hermana: "esto nos va a dar en la madre a todos." Y efectivamente así fue. Yo lloré, mi hermana lloró, mi cuñado (que nunca lo había visto llorar) también lo hizo, igual que mi madre. ¡Cómo lo extrañé! Que raro, una persona que sólo vi de lejos... y que a la vez siempre estuvo tan cerca de mi, y de todos los mexicanos, y que aún ahora que ya se fue con Nuestro Señor, lo siento tan cerca. "Me voy pero no me voy," dijo en su última visita a nuestro país. Lo cumplió al pie de la letra. Bueno, terminando el video, subió Valentina Alazraki al podio, y en eso... "Tu eres mi hermano del alma realmente el amigo...." entonó la orquesta, tomándonos a todos por sorpresa, y en especial a ella. Otra vez el nudo en la garganta. Escuché a varias personas de la sala (que no eran pocas) moquear, muestra de que, o tenían catarro (que no creo, porque eran demasiadas personas como para que todos tuvieran gripa) o que en verdad todos eramos un fieles "extrañadores" de Juan Pablo II. Creo que me iré por la segunda. Finalizando esa interpretación empezó Valentina a hablar... y así lo hizo durante una hora, y a todos nos tenía con la boca abierta y sintiendo una "envidia de la buena," como ella nos decía al recordar lo que todas las personas mexicanas que se la encuentran en Roma o aquí en México le dicen acerca de su experiencia junto a Juan Pablo II. Nos contó mil cosas sobre él, como que efectivamente los países favoritos del Papa eran México y Polonia, que cada vez que escuchaba a los mexicanos, aunque estuviera en cama, se levantaba y salía a su balcón a saludarlos, pues con eso "recargaba pilas." Aún cuando ya estaba postrado en la cama, con la traqueotomía, salió siete segundos al balcón, sólo para saludar y ver a los mexicanos que le gritaban desde la plaza de San Pedro. Cuatro días después murió. Esto nos hace ver el maravilloso hombre que fue. Uno de los mejores de toda la historia. Ayyyy, que triste me siento, pero la vida sigue. Prosigo con mi día, pues. Cuando Valentina terminó de hablar, todos le aplaudimos durante varios minutos. ¡Qué persona tan afable! Es de esas personas a las que quieres bien, sobretodo porque nos hizo sentir cerca de Juan Pablo II a todos los mexicanos durante todo su pontificado. Terminó la conferencia. Eran las nueve de la noche y mi hermana moría de hambre, por lo que decidimos ir a cenar a un conocido restaurante japonés, ubicado a pocas cuadras del WTC. Yo estaba muy emocionado. Amo Japón, no saben cómo. Por lo tanto, yo disfruté de cada momento, desde la maestría con la que nos preparaban el Tepan-yaki enfrente de nosotros, hasta el deliciosísimo vino que mi cuñado ordenó, pasando por los tradicionales zori que calzaban las hostess. Dejamos los platos limpios... y bueno, como les dije, yo amo Japón, y ansío ir. Lo he estudiado bastante, y como no puedo ir en este momento, pues cualquier experiencia que me acerque a dicho país es bien recibida. Por eso, cuando me comí el último pedazo de camarón, le encargué al mesero que me trajera un poco de sake. ¡Bueno! Fue toda una experiencia. Mi hermana me dijo: "Yo quiero ver este momento, tu primer trago de sake. Todo lo que has aprendido de Japón se concreta en este momento." Y así fue. Apuré dos vasitos de aquella maravillosa bebida de arroz, sintiendo como me calentaba la sangre. Me quedé en una especie de éxtasis (no provocada por el alcohol, o bueno, tal vez sí), pensando en mil y un cosas: en el día de ayer, en la conferencia de hoy, en Japón, en su historia. Se acababa mi día, ya habíamos pedido la cuenta. Al fín, cuando mi cuñado se levantó de la mesa, yo agarré rápidamente mi vaso de sake y apuré otro trago... me reí. No pude dejar de pensar: "Misión cumplida. You are a full geisha now."