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viernes, 23 de mayo de 2008

El León

No hay tal cosa como un Rey Pedro, una Reina Susana, un Rey Edmundo o una Reina Lucía. No existe una tierra mágica, ni animales que hablan. No existen las dríades, hamadríades, faunos, minotauros, centauros, náyades ni ninfas. No se salvaron de las arenas del tiempo las grandes batallas con sus actos caballerescos. Ahora todo es una realidad pareja, simple, agobiante. Ahora todo es lo mismo, todos somos iguales.



Salvo por el León, aquel glorioso León. Ese, el que existe y el que es, hoy y siempre, un "sido," un "es" y un "será." Véase la forma bajo la que se le quiera ver... Ese León existe y es lo único por lo que vale la pena vivir en este mundo... en este mundo que actualmente es gris, triste; comunitario y solitario a la vez.



Creo o no creo. En el León, tres veces "Gloria" para Él, sí. ¿En lo demás? ¿Por qué vale la pena vivir? ¿Por quién, salvo por el León? Pero el León es ya parte de mi vida... por ese lado, siempre estoy acompañado. Por Él y sólo por Él, vale la pena vivir.

sábado, 10 de mayo de 2008

Mi Reconciliación

He llegado a la conclusión, en estos meses en los que casi no he escrito, de que me arrepiento de muchas cosas que he hecho en el pasado. Y sí, sí me arrepiento. Yo no soy de esos que dice: "Nunca te arrepientas de nada de lo que has hecho." Perdónenme, pero esa postura se me hace una reverenda estupidez, porque al proclamarla para aplicarla a nuestra vida, nos estamos semi-divinizando... nos estamos creyendo perfectos.

¿Qué acaso los errores que cometemos, voluntaria o involuntariamente, no nos repercuten en el futuro? Por supuesto que sí, siempre, como también lo hacen los aciertos. Es estúpido creer que los errores se quedan olvidados en el pasado, pero que los aciertos siempre nos persiguen bañándonos de "bondades" y "buena fortuna" por haberlos llevado a cabo. Es una forma muy cobarde de pensar, es un querer huir de la vida, de escondernos de ella... ese pensamiento es para gente débil que no se atreve a enfrentarse con las afectaciones que sus malas acciones (de nuevo, voluntarias o involuntarias) están causando en su vida.

La postura indicada, a mi parecer, es la siguiente. Yo, ser humano, me reconozco imperfecto… y reconozco que muchas veces en mi vida la he regado. Y esas metidas de pata me están trayendo consecuencias que tengo que cargar ahorita. Pero he ahí que también, al ser un ente racional, puedo enmendar mi camino. Mis errores no me determinan, pero si huyo de ellos cargaré siempre sus efectos… en cambio, si me les enfrento con valentía, con inteligencia, podré destruirlos y componer lo descompuesto. No, no soy un idiota por haber hecho lo que hice, pero tampoco debo negar que estuvo mal. Acepto que hice mal porque no soy perfecto y reconozco que debo reparar el daño.

Ahora bien, reitero lo que dije al principio. Me arrepiento de muchas cosas que he hecho. Esas cosas le han pesado a mi alma durante mucho tiempo… pero no más. No pienso regresar ni dar marcha atrás. He estado en un proceso de curación interno que me ha hecho fuerte. Mi determinación respecto a ciertos asuntos está más sólida que nunca. Y no, repito, no regresaré sobre mis pasos. Ahora soy alguien distinto, con muchos defectos y que seguirá cometiendo errores, pero no los mismos de antes… los que más me han hecho daño. Desde ahora es momento de mirar hacia delante, enfrentando los dragones que haya podido desatar mi limitada inteligencia. Y una vez vencidos, “caminaré mi camino” hacia un futuro más limpio, más luminoso, donde pueda cumplir mis metas, mis sueños, sin ese peso en mi alma… caminaré ligero y caminaré feliz.

Es momento de serme fiel a mí mismo y de voltear mi mirada hacia lo que realmente importa. Pésele a quien le pese, esa es mi decisión… y les pido una disculpa. También le pido una disculpa de corazón, una disculpa desde mi alma, a quién le haya podido hacer daño con mis acciones. Créanme que tengo dos dolores profundísimos y al mismo nivel: el uno, el que yo solo me produje; el otro, el daño que le provoqué a ciertas personas. A quien le quede el saco, que se lo ponga. Yo ya me lo puse y reconozco que hice mal. Trataré de enmendar mi camino con ustedes… pero no me pidan que sea el mismo de antes, porque ya no lo soy. Hoy soy alguien distinto, y hoy soy quien realmente debí de haber sido desde siempre. Hoy mi mirada se refiere a algo más alto que a mí mismo. Y desde hoy procuraré ser feliz por quien soy, trataré de servir a los demás y así alcanzar la felicidad que he ansiado… desde siempre.